¿CÓMO INICIAR Y MANTENER UN PROCESO DE MEJORA PERSONAL? #2
PUEDES CONSIDERAR ESCUCHAR ANTES DE LEER
Habiendo leído las obras del Dr. Miguel Ruiz, no leí nada más en algún tiempo. En parte porque no tenía mucha idea acerca de los libros de autoayuda o superación personal, y en parte porque no creía necesario saber algo más; mi mente entendía que ya era suficiente. Pero, ¿en verdad lo era? Sí, era más sabio o entendía más cosas que antes. Incluso una buena amiga me dijo que cuando fuera famoso me acordase de ella pues los consejos basados en estas obras le ayudaron. Es claro que me había cambiado muchos paradigmas, pero otros seguían allí, arraigados, escritos con cinceles en mi estructura cerebral. Entiéndelo como que antes no veía bien y luego me puse lentes, pero solo me ayudaban a ver claramente parte del panorama y me faltaba algo. Por alguna razón, mis reacciones, aunque mejores, me seguían decepcionando. Seguía teniendo dentro de mi ese monstruo, o como lo llama un autor, «la loca de la casa». Después de haberme sumergido en Los cuatro acuerdos y toda esa maravillosa sabiduría tolteca, aún me faltaba mucho camino por recorrer.
Seguí así, a tumbos de aquí para allá. No leí nada más, mi proceso de mejora se había estancado, hasta que escuché ese hermoso acento español en un canal de YouTube. Sin saber muy bien qué hacer, un poco desanimado porque no alcanzada «eso» que quería, «eso» que ni siquiera sabía qué era (hoy lo sé, era bienestar y libertad personal), escuché en un canal de YouTube a una psiquiatra, mientras vivíamos en un pequeño apartamento al sur de la ciudad. La hermosa ponente, la Dra. Marian Rojas Estapé, y el canal Aprendemos Juntos de BBVA me brindaron un aliciente, un camino que seguir. Escuchar a Marian fue... ¿Cómo se dice de manera rimbombante? ¡Catártico! Es decir, fue revelador a tal punto que sus palabras hicieron que mis dolores de cabeza menguaran. No, no estoy loco, a ese nivel fue y por eso lo recuerdo como si fuese ayer. Puede ser que tu proceso de mejora pase por escuchar antes de leer, tenlo en cuenta. Te dejo ese vídeo tan especial para mí a continuación. Si quieres, ve a verlo y luego regresa para que te siga contando qué pasó más adelante conmigo.
SIGUIENTE PARADA: EL UNIVERSO EMOCIONAL
1. Aprendí que había un pequeño monstruo dentro de mí. Sí, conocí a la amígdala, que hasta entonces pensaba que eran las glándulas que tenemos en la boca, pero no es así únicamente. Es una bastarda con forma de almendra que nos fastidia si no la entendemos y gestionamos. Se puede convertir en un enviado del mal si no la comprendemos. Entendí que mis reacciones eran fruto de ese almacenamiento emocional (amígdala) que estaba allí y que yo no entendía. Que estos recuerdos emocionales emergían en cuanto veía o sentía algo que significara peligro o alerta (todo esto de manera inconsciente). El pequeño monstruo podía llegar a anularme y a hacerme decir cosas de las cuales me iba a arrepentir después. Conocer a esa «pequeña almendra del mal» y entender que en realidad no es mala, sino que solo es una parte de mí que debía entender e incorporar a mi realidad subjetiva, a lo que yo entendía como mi mundo, me tranquilizó.
2. Comprendí que mi cerebro se comporta igual tanto ante un terremoto real como a esa sospecha de que mi jefe me va a echar. Las amenazas que yo imaginaba, lo que yo pensaba que me iba a pasar, y las suposiciones que creaba a partir de los gestos o palabras de otras personas, al interpretarse como una realidad, simplemente se convertían en eso: mi realidad (tal como lo menciona mi mentor Dr. Miguel Ruiz). El cerebro entiende que hay una amenaza y entra en modo alerta. El modo alerta dispara mensajeros nerviosos, como el cortisol. Este ami-enemigo, cuando se mantiene elevado por mucho tiempo y de forma constante, nos enferma. Ahí comprendí mis dolores de cabeza, comprendí mi apatía y susceptibilidad los fines de semana cuando debía descansar. Entender que lo que imagino me puede hacer bien o mal fue un punto clave en mi proceso de mejora.
3. Comprendí que echarme en la cama y mirar al techo sin hacer nada era bueno. Entendí que no hacer nada era una parte de la vida que debía vivir. Que a las grandes mentes no se les ocurrían grandes ideas matándose y pensando en el problema sin dormir ni comer. El holgazán de Newton y su famosa manzana son un ejemplo: todos trabajando y él debajo de un árbol viendo caer manzanas ¡El colmo! Comprendí por qué los fines de semana me sentía tan inútil, tan incapaz e ineficiente; debía seguir produciendo algo, haciendo algo, caminar, correr, escribir, vender ¡Algo, por favor! «Quiero sentir que hago algo porque no puedo parar a pensar en las cosas importantes de la vida». Así más o menos me sentía. Comprender eso fue fantástico, no porque lo practiqué de inmediato, sino porque estaba entendiendo este intrincado mundo del cerebro.
La siguiente es una publicación que en su momento hice en Facebook (MRE es Marian Rojas Estapé) ¡Hace ya dos años!
MIS CONSEJOS A MI «YO» MÁS JOVEN
Yo no interioricé y practiqué todo esto de un golpe. Entiende, el aluvión de información era brutal, catártico, pero brutal. Me sentía como en la Matrix, en dónde me daba cuenta de que estaba viviendo en una simulación generada por mi cerebro y que la realidad era muy distinta. Por lo tanto, comprendía todas aquellas cosas que Marian explicaba, sus ejemplos y sus conceptos eran sencillos para mí, pero en la práctica eran otra cosa. Verás que es una constante en el desarrollo personal. Entender es aliviar, sí, pero aliviar y curar son dos cosas distintas. Cuando encuentras las causas del problema por lo menos tienes la mitad del camino andado, pero ¿Cuál es la otra mitad? La constancia. Entendiendo que como seres humanos no estamos hechos para que los cambios relevantes en nuestra vida acontezcan por arte de magia, de un momento para el otro; las cosas que importan cuestan un trabajo y una energía. Aquí, aplicar el acuerdo «hacer siempre lo máximo posible» es el camino a seguir. Por lo tanto, ¿Qué le diría a mi «yo» más joven que está ahí en su escritorio leyendo estos libros e intentando ponerlo en práctica? Estos consejos puedes tomarlos para ti si estás en esta etapa vital:
Consejo #1: Sé gentil contigo mismo. El error es el mejor maestro cuando entiendes que es el que en verdad te permite aprender. Si no ves que estés avanzando mucho aun sabiendo todo lo que sabes, es porque tu cerebro intenta decirte que el trabajo que haces es muy desafiante y que lo dejes, te intenta sabotear. No se lo permitas. Conjura al monstruo. ¿Te equivocaste? Regresa a casa mostrando las heridas con orgullo: reaccionaste mal, te enojaste y perdiste el control, te sientes impotente, improductivo, no sabes parar y meditar, vuelves al antiguo modo de imaginar amenazas en donde no las hay, ok, no pasa nada, ¡En serio! Ve, toma tu agenda o tu diario y escribe qué sentiste cuando reaccionaste y gritaste, escribe cómo fueron esos momentos. Pregúntate ¿Qué puedo hacer para hacerlo mejor la próxima vez? Que tu reflexión se centre en tu realidad humana, no en la perfección que nos quiere imponer el cerebro. Sé gentil contigo y avanza de a poco, paso a paso, porque serás un ejemplo para muchos, créeme.
Consejo #2: Busca un club de lectura. No te quedes solito en tu proceso de mejora, busca integrarte con personas que también quieran mejorar. Buscar a personas que estén leyendo tu libro y discutir con ellas sobre los temas, solo por la necesidad de explicar a otros lo que crees que entiendes, te ayudará a entender con más profundidad. La sensación de comunidad te traerá bienestar. Si no encuentras un club, ármalo con tu círculo más cercano. Te sorprenderás cuando preguntes quién desea hacerlo ¿Crees que miento? Dale, inténtalo, manda un mensaje a tus compañeros y amigos, verás como muchos están pensando en lo mismo: «Necesito mejorar mi vida» ¡Sólo hazlo!
Consejo #3: Busca entenderte a ti mismo. Comprende que lo que está en el libro es un marco de referencia, una guía. Entiende qué es lo que eso tiene que ver contigo, busca en tu historia vital, en tu pasado, aquellas cosas que te han formado y que te han dado el carácter que tienes hoy. No tengas temor de centrarte en los recuerdos más vívidos que tengas, esas memorias que son muy claras en tu mente pero que están cargadas de emociones. Especialmente aquellos recuerdos que están cargados de emociones; ¿Las emociones en ese momento eran de miedo, desesperanza y frustración? ¿Esas situaciones te llenaron de inseguridad y de desconfianza con el mundo? No dejes de lado esos recuerdos, porque fueron ellos los que te construyeron como persona, y superarlos te harán convertirte en tu mejor versión. Infelizmente, el ser humano hace memorables mucho más fácil los malos momentos. Es algo que es natural y tiene que ver con nuestra supervivencia, con la experiencia ante lo desconocido. Esos recuerdos importan porque nos hacen entender. Nos hacen entendernos.
Conclusión: Si el Dr. Miguel Ruiz me enseñó que era posible cambiar el libreto,
contarme otra historia, trascender a mi realidad y crear unos acuerdos que me permitieran vivir con más plenitud, Marian me enseñó por
qué el cerebro crea esos libretos, por qué nos tomamos todo personalmente,
por qué nos maltratamos con nuestras palabras y por qué creemos que nada puede
cambiar. Marian me sumergió con profundidad en mis emociones y cómo estas pueden influir en mis decisiones y en mi vida. Paso 1: Entendí que era posible un
cambio, Paso 2: Entendí que ese
cambio empezaba por entender cómo funcionaba mi mundo emocional.
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Muy bien, aquí mi yo más joven iba en un camino maravilloso. Gracias a Marian conocí al psicólogo Daniel Goleman, otro de mis mentores, pero eso es otra historia que les contaré más adelante.
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Un fuerte abrazo y ¡sigue adelante con tu proceso de mejora y desarrollo personal!,
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